En la vida diaria estamos constantemente tomando decisiones, unas más importantes otras menos, pero ambas recogen una parte emocional/sentimental y otra racional.
La mayoría de las veces esa parte no se encuentra repartida de forma equitativa, quizás algo que deberíamos pensar de forma racional acabamos haciéndolo de manera emocional. Personalmente creo que todas estas circunstancias se deben al factor miedo.
El miedo es una emoción, habitualmente desagradable provocada por la sensación de un peligro real o imaginario, no hay nada peor para el ser humano que la parte racional sea invadida por la parte sentimental.
La toma de decisiones no tiene por qué afectarnos de manera que tengamos miedo a descubrir, a vivir, a sentir, muchas veces nos ocurre un problema y tenemos que aprender a solucionarlo, siempre hay una solución aunque no tiene porqué gustarnos o nos puede resultar más fácil o más difícil pero sino se intenta, nunca se sabrá.
En esta vida hay que tener iniciativa, no estancarnos e intentar progresar “cambiar de queso” como dice el autor Spencer Johnson en su libro ¿Quién se ha llevado mi queso?, en el que cuenta desde diferentes perspectivas las formas de reaccionar más comunes.
Hay que saber cuando cambiar y sin llegar a una ambición de continuo cambio y eso es difícil, a veces hay que arriesgar y como dice el refrán, quién no arriesga no gana.
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